sábado, 28 de noviembre de 2009

La cueva

En mi cueva hay olor a mañana encerrada. Hay una taza de café con un resto congelado. Hay un rollo de papel higienico junto a la cama, dos cámaras de fotos esperando aburridas, una planta alta de hojas escasas y enormes.
Hay restos de todo. No hay nada completo.
Mi cueva tiene entrada, pero ni indicios de salida. Es inmensa. Entran recuerdos de todo tipo y tamaño, entran en procesión incesante, sin cita previa. Mi cueva esta repleta de fotos sin contextura alguna, mire donde mire, siempre hay alguna pegada al techo, contra la pared o la puerta. Son millones. Son las más perfectas que haya visto en mi vida, pero me irritan como el ácido mismo. Son tantas. Me marean. Incluso si cierro los ojos, se meten en mis pupilas y las veo con toda claridad. Todo el tiempo.
Mi cueva huele a rancio, huele a mí misma, creo que me estoy pudriendo. Los riñones hacen ruido, el estómago se desprende, el pulmón derecho comienza a quebrarse. Debería hacerme ver, siento adentro la descomposición lenta y progresiva. Tal vez si metiera los dedos, vomitaría y lavaría, pero nunca pude hacerlo. Quiza haya un líquido que me salve. Moriré?
Mi cueva no tiene ventana, se está enfermando hasta el aire, y las fotos comienzan a estropearse, las figuras que hay en ellas se deforman y los colores no son más que sepia envejecido.
Si me trepo al sillón quizá pueda agarrarlas, guardarlas y rescatarlas de su muerte, pero las piernas ya no me responden, no puedo hacer nada para salvarlas. Los recuerdos comienzan a bailar en círculo y al tomar fuerza, forman un remolino aterrador, me rozan la cara y por momentos me enriedan el pelo, pero no llegan a meterme dentro. Me quedo petrificada en un rincón de la cama. No voy a morirme en mi propia cueva, pienso.
Entonces cae una de las millones de imágenes, se me pega al codo y la tomo inútilmente en mis manos, se desintegra por entre mis dedos y queda entera nuevamente sobre mi pierna. La miro, me mira y entonces me meto adentro, mi madre me abraza y yo tengo dos días de vida. Me quedo dormida en su cantar, por fin. El sanatorio huele mil veces mejor que mi cueva.

4 comentarios:

  1. conozco esa cueva. Tiene un existir complicado, nauseabundo. Pero tranquila miranda, se va a ventilar poco a poco.

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  2. Yo arrancaría con Lysoform.
    Después, huir hacia el primer pastito amigo. Sentarse y respirar.

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  3. ya va a llegar una nueva briza y vas a ver como arrasa con todo, es cuestion de tiempo, vos nada mas deja abierta las ventanas!

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