martes, 4 de mayo de 2010

Eu nao quero dinheiro, eu so quero amar

Te la van a robar, me dice siempre mamá. Ella no usa billetera, le parece el mejor método antirobo. Tiene algo que se parece a una billetera, donde guarda sus documentos. La plata la guarda en el bolsillo de la cartera. Por ahora el método es infalible, pero yo sigo pensando que un día le van a robar esoquesepareceaunabilletera y se va a quedar sin DNI, registro, estampitas y demases. 
Yo uso y es verde. Prefiero correr el riesgo del peligro y sentir el placer de verla cada día salir de mi cartera, con ese glamour que sólo ella tiene. 
Mi billetera no es cómoda, le pongo un poco de moneditas y ya cuesta cerrarla. Encima el monedero es el antimonedero, antes de subirme al colectivo tengo que empezar a sacar moneda por moneda como cuatro cuadras antes, haciendo contorsionismo con los dedos. Pero de todas formas, me sigue resultando simpática.
La billetera, al menos la mía, tiene vida más allá de sus billetes (que por supuesto brillan por su ausencia la mayoría de las veces). Mi billetera cuenta mi historia y mi vida.
En la parte donde supuestamente debe ir la foto de familia, tengo una foto que recorté de una revista alguna vez, es una esquina, me hace acordar a Madrid, una pareja se besa, es de noche. Atrás de esa foto tengo la tarjeta de mi psicóloga, no sé por qué elegí ese lugar, pero ahí cayó el día que me la dió. Y atrás de la tarjeta de Vero, estaba hasta hace un tiempo, una foto de una pareja que ya no existe más, tampoco sé por qué estaba ahí, encima dada vuelta, en plan penitencia (ya esta, che-fe-no-ta-má). 
Adentro, además del antimonedero, esta el famoso tarjetero. A la primer solapa le cuelgan unos 7 clips para el pelo, a la siguiente la cédula de identidad de una miranda accidentalmente risueña; y en la última: Accord Salud, Universal Assitant, Visa, Debito Galicia y el Monedero del subte (vamos, que sólo uso esta última, el resto están para hacerle ilusiones a algún carterista). 
Por último, lo mejor, el billetero (que viene del latín billetum). En este mismo instante, tiene uno de dos y otro de cinco, sí, tríste, tristísimo. Pero a falta de divisas, contamos con papeluchos, léase: los deseos de año nuevos de mis últimos cuatro años, que religiosamente guardo allí y cada tanto releo y tildo, a ver si la suerte, el esfuerzo y Dios me acompañaron. Se preguntarán cuál es el saldo de tal evaluación, seguro. Y sí, positivo compañeros, po-si-ti-vo. Siguiendo con el papelerío, encontramos una perla de las de Perla, lindísima; también tengo la tarjeta personal de una fotógrafa grosísima con la cual tengo el placer de compartir taller; tengo una foto de Tina Modotti, no tan contemporánea como la otra, pero sí, gran ícono de la fotografía de principio de siglo XX (gracias linalimón!); están también mis pastillitas de cada día; el dato de una casa de lana donde tengo que ir a comprar hace meses la lana que me falta para terminar el saquito; tengo dos pastillas para el mareo, resabios de mis tiempos en el barco, una manito de la buena suerte, que me regaló la Chichi, mi cuñada y por último, un poema de amor, el primero que me escribieron en toda mi vida, el más lindo que jamás se haya escrito y del que espero no sea el último!


(haceme un click y escuchate esta de Ivete que es lo-mas!)




2 comentarios: