viernes, 26 de noviembre de 2010

La llorona

Viernes. Doce menos cuarto de la noche.
Entré al baño sin prisa, cerré la puerta y antes de sentarme, la escuché.
El sonido entraba por la ventana.
Me senté despacio, sin siquiera quitarme la bombacha.
Me quedé quieta, como si pudiese de esa forma, escuchar mejor.
Ella lloraba, quién sabe, la del quinto, la del primer piso, la del edificio lindante.
No sé cual de todas. Alguna, lloraba. Triste, acongojada. Con pausas, con fuerza.
Me quedé así, tiesa durante varios segundos. Y empecé a delirar con hipótesis acerca de su llanto.
Desamor, engaño, traición. Tal vez muerte. Soledad, amargura.
O quiza, simplemente, se le quemó la comida. Se le suspendió la fiesta. O se agarró los dedos con la puerta del baño, que casualmente esta abajo del mío.
Ella lloraba. Yo me agarré el pecho, me mordí los labios y fruncí las cejas. Pobre, pensé, pobre cómo llora. Pobre. Su llanto me llegaba hasta los huesos. No había ningún otro ruido en todo el aire y luz. El eco lo exageraba, las paredes me lo traían hasta mi séptimo piso. Pobrecita.
No quise escuchar más, de qué servía. Finalmente combatí ese espíritu chusma que me caracteriza y me fui del baño. Sin lograr mi cometido más primitivo, al fin y al cabo.
Entonces volví a mi cuarto para relatarlo y al terminar de escribir pensé, habrá sido una película que alguien estaba viendo? Habrá sido alguna escena de los Puentes de Madison? O el canal Volver con alguna novela de Andrea? Habrá sido el llanto que salía de la tele?
Prefiero quedarme con el primer relato, con mi vecina desgraciada.
Sino tengo que borrar todo esto y quedarme sin anécdota.
Pero habrá sido que....
No, era muy real.
No, pero perfectamente pudo haber sido....
No, no. Era real.
No sé.

2 comentarios:

  1. y no puede haber sido un llanto de felicidad? decime q si!!

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  2. ay, estaba para ir a buscarla. seguro necesitaba un abrazo de viernes a la noche.

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