lunes, 27 de diciembre de 2010

Amor en su justa medida.

Navidad. 
El Gran Pez dialoga con su sobrino de 2 años.


GP: Tati, nososotros somos amigos, no?
Tati: Si


GP: Y nos queremos mucho, no?
Tati: Si

GP: ¿Cuánto?
Tati: 5 metros.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Pensar de vez en cuando

Es domingo y el plan que tenía, se suspendío. Cambio de rumbo. Qué hacer con estas 24 horas por delante totalmente libres. Ordená el ropero, piensa mi cabeza. Sentate a organizar tu futuro, me dice mi novio.
Vaya tela. Diría Amparo. Organizar el futuro.
Pienso, entonces. Me acuesto a pensar.
Pienso que no tengo dinero. Que son las 2 de la tarde y que debería almorzar.
Pienso que se va David y que realmente me da tristeza. Que le cortan una aleta al gran pez. Y que qué va a pasar sin el gringo en Buenos Aires.
Pienso en Villa Soldati. En que este mundo es una mierda. Pienso en lo que dijo Lina, que a la humanidad le falta humanidad. Y pienso que de nada sirve pensar. Hay injusticia ché, mucha injusticia.
Pienso en lo que me dijo mi novio que debería pensar.
Pienso que es raro sentarse con un papel en frente y organizar una vida.
Pero por algo se empieza. Pienso.
Hay futuro con un ropero revuelto en el presente?
Allá voy. A por el ropero y unos fideos tirabuzón.



(Gracias Magui por Liniers)

jueves, 2 de diciembre de 2010

Cool morning

Pidió turno en Cool Cats (que como su nombre lo indica, allí cortan el pelo a gente muy cool, de la televisión y de la vida real, como mi madre). Pidió por Verónica. La hicieron esperar unos quince minutos en la sala de espera. Al rato viene Verónica, le dice algo que no entiende y se retira por la puerta de entrada. Ella sin entender sigue esperando. Pasa por acá, le dice un muchacho de pelo engelado. Qué te vas a hacer? Corte, contesta ella.
El muchacho le lava el pelo, le pone la bata, la sienta frente a un espejo, le deposita la revista Gente en la mano y la abandona. Ok, a esperar a Verónica entonces, piensa.
Su turno era a las 10:30, ya casi eran las 11. Qué pasa? Me cobran 70 pesos el corte y Verónica se da el lujo de ir a comprar cigarrillos? Ok, no pasa nada. Tranquila.
Pero los minutos seguían corriendo. La ira la iba carcomiendo y los posters de las modelos en las paredes se le venían encima. Setenta pesos, se repetía en la cabeza, se-ten-ta. Donde %&$/Ç está Verónicaaaaaaa???
No aguantó, mi madre no aguantó.
Muy delicadamente se levantó, se retiro la batita, dejó la Gente sobre la silla, se acercó a la recepcionista y con la mejor sonrisa del mundo le dijo: Decile a Vero que yo me voy yendo, si? Y que por favor, se vaya a la reputa madre que la parió. Cariñooos!!!

¿Cómo quieren que yo no sea quien soy con la madre que me ha parido?